Tenía 18 años. Había
andado leyendo múltiples relatos y experiencias en las páginas web con
contenido AB/DL, de aquellos que había osado salir a la calle con sus pañales.
Para mi edad me parecía muy arriesgado. Una chica de 18 años
con anchas caderas y cintura estrecha levantaría sospechas si adicionaba a su
silueta un abultado pañal desechable. De cualquier forma, cuando tienes 18 y tu
cuerpo es de una mujer más madura, casi siempre los caballeros llevan su mirada
a tu trasero. Viviendo en una tierra caliente, con hombres expertos en decir
piropos “XXX” y mirones por naturaleza, era toda una audacia salir con un
bultito en la retaguardia.
Así que lo pensé por varios días, hasta que un día mi nivel
de travesura estaba en su mayor nivel. Tenía un paquete de pañales nuevo,
probablemente de los primeros que compré en mi vida ABDL, eran blancos de
cubierta de plástico de esos que al andar hacen un ruidito muy característico.
Analicé la ropa: Primero una falda de jeans ajustada, la cual fue descartada
porque era muy corta y temía mostrar más de lo debido. Luego, un jeans ajustado que sentía me
apretaba mucho en la entrepierna y me lastimaba al andar. Por último un probé
con un pantalón de yoga. Si, de esos de tela delgada y elástica, con el cual me
sentía muy cómoda al andar pues era como no llevar nada. Siendo negro, pensé
que no levantaría sospecha.
Antes de salir de mi habitación me miré en el espejo para
asegurarme de que todo estuviese bien, me coloqué un top ajustado azul cielo y
salí con mi bolsa, dispuesta a ir a un Centro Comercial cercano de mi casa (a
unos 2 km aproximadamente) para comprar unos CD’s en blanco que requería para
una exposición de la universidad. Caminé lo más rápidamente por la calle de mi
casa, hasta salir a la avenida donde me sentí más confiada ya que podría
encontrarme con menos personas y mezclarme entre transeúntes.
Para acortar camino me fui por una vereda entre casas y
condominios. Allí no pasaba mucha gente pues era una zona residencial de alto
estatus social y como saben, los ricos entran y salen de sus casas en sus
coches y no se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor. Terminando la vereda
saldría a otra avenida más transitada y ya luego a dos calles estaría el Centro
Comercial. Justo cuando terminaba la vereda, en la esquina había unas personas
en la entrada de un condominio lujoso hablando con alguien que estaba en su
coche. Tendría que pasar en medio de ellos y sentí miedo. Apresuré el paso y
pedí permiso con mi cara agachada y pasé lo más rápido posible entre ellos.
Justo cuando pasé sentí un murmullo y alguien que exclamó: ¡Mírala!
De reojo pude ver que en el grupito de personas había dos chicos y uno le daba
un codazo al otro para que me mirara. Sentí que me desmayaba de la vergüenza,
sólo pude tocar mi espalda baja y sentí como el plástico de la cintura de mi pañal
asomaba por encima del pantalón. Crucé la calle rápidamente y volví a mirar a
los chicos y estaban alucinando con lo que habían visto. Seguían mirándome fijamente
con la boca abierta y claramente leí en los labios la palabra “pañal” y algo
así como preguntándose porque usaría uno una chica como yo.
Me acomodé rápidamente la cintura del pantalón guardando el
pañal en él, sintiendo como sudaba mi espalda y apretaba cada vez más el paso.
Por fin llegué al Centro Comercial, entré a la papelería tomé los CD’s y corrí a pagar para irme. Doblé en la
esquina y un semáforo detuvo mi acelerado paso. Allí analicé lo que había
pasado y debo reconocerlo…. Me sentí traviesa. Así que sencillamente ahí, esperando
la luz verde, mojé mi pañal.
Regresé a mi casa por una vía alterna, con mi pañal mojado.
En el camino sentí que todas las miradas estaban sobre mí, quizás había quedado
paranoica por lo sucedido o realmente se notaba mi abultado trasero. De cualquier
forma, llegué a casa y frente al espejo analicé el “daño”, dándome cuenta que
fatídicamente la tela negra elástica al ser estirada se transparentaba
mostrando la blancura de mi pañal.
Respiré profundamente y decidí no volver a salir así por un
tiempo. Aunque luego volví a hacerlo e incluso hice cosas más arriesgadas (que
contaré más adelante), la primera vez no se olvida y la guardo como una
anécdota graciosa donde el desconocimiento me llevó a salir de mi casa con un
atuendo revelador y un abultado pañal que quedó a la vista de algunos espectadores.
Me gusto mucho... mucha imaginacion
ResponderEliminarNo fue fantasía, fue real
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ResponderEliminarjajajajaja, realmente debiste haber pasado vergüenza, pero debió ser emocionante...
ResponderEliminaryeah que bien! :D
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