lunes, 3 de marzo de 2014

Pañales Nocturnos.

Hace mucho que no escribía. He decidido seguir contando como he vivido esto de ser ABDL a lo largo de mi vida. Hoy les voy a contar sobre como viví el ser ABDL durante mis 19 a 20 años y como me descubrí a mí misma y mis gusto particulares. Espero les guste.

Ya saben que comencé a usar pañales a los 17 años. Los usé muy ocasionalmente entre los 17 y los 19, aún no entendía muy bien que me gustaba, seguía sintiendo vergüenza y mucho temor a ser descubierta.

A mis 19 años comencé a trabajar. Encontré rápidamente un trabajo en ventas en una empresa de telecomunicaciones. Era la novata de la oficina y aún no sabía muy bien para que trabajaba, pero le ponía mucho empeño, pues creía que podría cambiar el mundo y siempre me he caracterizado por ser muy emprendedora.

La oficina era pequeña y fea. Mi jefe era como ver a un sapo viejo y desagradable. Mis compañeros de trabajo: dos chicas lesbianas que me odiaban, un chico bonachón y agradable, una señora trabajadora y una chica de personalidad un tanto alocada.

Me aburría un poco en la oficina y comencé a llevar pañales bajo mi ropa… así disfrutaba más las 8 horas de trabajo, y nadie lo notaba pues éramos pocos y cada quien sentado en su sitio.

Pasadas las primeras semanas, el trabajo se fue haciendo cada vez más lleno de presión. Me tocaba visitar clientes y cerrar negocios y carecía de la astucia y experiencia para ello. Un día mi jefe me reclamó que no me vestía exuberante para ir a cerrar los contratos y que eso era necesario pues les gustaba a los clientes. Me habló muy feo y sentí mucha presión y también que era simplemente una especie de señuelo. Aun así ese día laboré completa la jornada y decidí irme a casa pensando que debía dejar a un mes de haber comenzado mi primer trabajo.

Me sentí fracasada, aterrorizada de renunciar por primera vez, usada y desvalorizada, manejando mucho stress esa noche. Me acosté en mi cama, usando uno de mis acostumbrados camisones de flores cortitos y un calzón muy lindo que había comprado en una tienda de marca.

Me costó dormirme un rato, pensando en lo que había pasado y que al día siguiente debía hacer. Había llorado un poco, me había desahogado por teléfono con el que era mi novio y había tomado la firme decisión de concluir esa relación laboral.

Ya entrada en sueños, comencé a ver a mi jefe, gritándome, humillándome y acorralándome contra un muro, yo me iba haciendo más pequeña, las rodillas se me doblaban y sentía un terror que invadía mi cuerpo. Comencé a sentir nauseas, luego mi piel se erizó y empecé a sentir una presión abdominal. Batallaba en sueños para librarme de él, pero era más grande y me envolvía con su presencia.

La presión abdominal fue más fuerte, me dejé vencer y en sueños y frente a mi jefe, doblé las rodillas y comencé a dejar salir toda la carga que sentía… liberé mi esfínter y de repente todo desapareció de mis sueños.

Me desperté sobresaltada, pensando que aquello había sido un mal sueño, pero en cambio, sentí un olor penetrante que salía de mis sábanas… realmente me había hecho popó. Me costó un poco salir de la cama, pero armada de valor lo hice y me dirigí al baño. Sentí como entre mis piernas había un bulto pesado y sentí ganas de llorar… Me bajé los calzones y pude comprobar lo que había pasado. No podía creer que a mis 19 años cuando creía que estaba empezando mi exitosa vida laboral dañara mis panties que había comprado para ser mujer con mi novio y que eran tan hermosas y sensuales.

Lloré y metí mis calzones en una bolsa y los tiré a la basura. Me duché entera y traté de dormir, pero seguía sintiendo mucho miedo. Busqué un pañal que tenía guardado y lo usé para dormir el tiempo que restó. Amaneció seco y simplemente lo mojé al despertar y me lo quité.

Fui esa mañana al trabajo y renuncié. Volví a casa triste y decepcionada a buscar empleo nuevamente. Pero ese día no tenía ánimo de mirar los buscadores de empleo. Preferí usar pañales el resto de la tarde y tratar de animarme a mí misma. Le conté a mis amigos ABDL lo que me había pasado y me reconfortaron y con un toque de picardía me recomendaron que mejor usara pañales cada noche. La idea no me desagradó. La verdad necesitaba más que nunca la sensación de sentirme protegida por mis pañales.

Así fue como cada noche comencé a usar pañales para dormir. Por la noche me acostaba en mi cama, me ponía mi pañal, mi talco y usaba mi chupete con una linda y juvenil pijama. Me despertaba siempre en la madrugada, mojaba el pañal y seguía durmiendo hasta la mañana. Comencé a pensar en lo que me había pasado la otra noche y como un pañal me hubiese salvado de sentirme tan humillada y derrotada por haber ensuciado mi ropa. Pero eso solo era un pensamiento.

Un día estando sola en casa, acababa de despertarme y viendo que no había nadie en casa pensé…”¿porque no cambiarme y ponerme otro pañal y pasar el día así?” y entonces preparé mi cama con toallitas talco y pañal nuevo y abrí el closet para que el espejo que había dentro me mostrara lo que estaba haciendo.

Recordé que cuando era adolescente y comencé a experimentar de los “placeres solitarios” el hacerlo frente a un espejo, me dio seguridad y aceptación, por lo cual decidí hacer lo mismo con los pañales. Entonces, ahí en mi cama me miré en el espejo a los ojos y luego recorrí mi cuerpo viendo que efectivamente era una chica que mostraba bajo su ropa un pañal húmedo que impregnaba de un olor a talco y pis toda mi cama.

Comencé a desvestirme y me volví a mirar… desabroché el pañal, miré su contenido y suavemente me limpié con una toallita húmeda. Retiré el pañal mojado saqué uno nuevo me puse sobre él, apliqué talco y lo cerré. Quedé por un rato mirándome en el espejo, desnuda usando solo un pañal. Ese día marcó quizás el tomar la decisión de aceptarme, reconocerme y no querer cambiar lo que era. Después de allí más nunca dejé los pañales, no volví a sentir ese deseo de olvidar algo que siempre había sido parte de mí.

Me dispuse a desayunar en pañales, a hacer mis tareas de la universidad y de repente sentí deseos de ir al baño a hacer del dos. Corrí al baño decidida a quitarme el pañal y hacer como de costumbre cuando pensé que el pañal había sido creado para ambas cosas y que si ya me había pasado en la ropa interior en un pañal debía ser menos difícil.
Fui hasta mi cuarto y me encerré. Di vueltas pensando que hacer, si era bueno malo, reprochándome a mí misma mi pensamiento, hasta que la sensación de usar el baño fue más fuerte y simplemente… lo dejé salir.

Me quede inmóvil por un instante. Luego separé mis piernas, me agaché y tapándome la cara comencé a llorar. Sentí que estaba muy mal lo que había hecho, sentí vergüenza al pensar en que dirían mi novio o mis compañeros de la universidad si supieran que había sido capaz de eso. Tenía miedo de indagar en el estado de mi pañal y más aún le temía a tenerme que limpiar. Me sentía abandonada por mí misma, solitaria con un pañal sucio que a diferencia del de un bebé, nadie iba a cambiar.

Busqué mi chupón me lo puse y me comencé a calmar a la vez que lo succionaba… así me relajé e hice lo impensable… me deje caer en el piso y me volví a mirar en el espejo. Al mirar mis ojos supe que lo que había hecho estaba mal “socialmente” pero que a mí me había gustado. Que, aunque fuera difícil de aceptar yo había decidido hacerlo y liberada de los prejuicios sociales, me sentía a gusto.

Pacientemente me dirigí al baño, me quité el pañal, limpié lo que pude, me duché me vestí como de costumbre para ir a la universidad, tomé mis libros y me fui. Ya en el salón de clases recordé lo que había pasado esa mañana, me sonrojé y luego me reí para mí misma. Nadie a mí alrededor sabía ni se habría imaginado lo que había pasado esa mañana, eso me gustó.



lunes, 9 de diciembre de 2013

Todo lo que una chica AB/DL debe atreverse a vivir y que yo hice.

Muchas veces atadas a los prejuicios tradicionales las chicas nos cohibimos de vivir muchas cosas que nos permitirían ser más seguras de sí mismas y conocernos.  No solo en el plano AB/DL, en cualquier aspecto de nuestra vida vivimos acosadas por aquello que queremos hacer pero que “no deberíamos” pues nos haría quedar mal ante la sociedad.
Y es que a pesar de la lucha “setentera” por una “liberación femenina” cuyo concepto aún no entendemos y usamos a conveniencia, aún seguimos atrapadas en un “qué dirán”, en “ser lo que debo ser” “lo que esperan de mi” “lo que a un chico le puede gustar”, etc.
Es por eso que específicamente en América Latina existimos tan pocas mujeres AB/DL que lo manifiesten y vivan felices con ello. Tenemos la concepción de “ser limpias” y mojar o ensuciar un pañal va en contra de este principio. Curiosamente muchas de las adeptas a esa concepción de “ser limpias” sólo lo usan como fachada y su comportamiento a espaldas de la sociedad deja mucho que desear, así como su higiene personal.
Consciente de esto, me animo a confesar como mujer poco prejuiciosa, lo mucho que he disfrutado en mi vida, específicamente en lo AB/DL. También en otros aspectos he sido muy abierta y no me arrepiento, pero eso es harina de otro costal.  Si eres chica AB/DL y lees esto, saca tus propias conclusiones y si algo quieres experimentar, ATRÉVETE!!!

1.       Ve de compras: Un terror que nos invade a todos los AB/DL en algún momento, es ir a comprar pañales. Nos imaginamos una novela tenebrosa en nuestra mente, donde todos a nuestro alrededor cuidan y vigilan nuestros pasos y al igual que nosotros se hacen una novela mental sobre porque una chica de más de 16 años (aprox.) compraría pañales. Esto es un delirio de grandeza! Chicas: no seamos tan creídas. No todo gira a nuestro alrededor, la gente camina rápido por la calle, no se fija de quien tiene al lado en un vagón de metro y mucho menos gasta su energía tratando de descifrar que hace una chica con un paquete de pañales. Seguramente (si es que se detienen a pensar en nosotras) imaginarán que somos muy buenas nietas o que hacemos obras de caridad. Gastando muchas neuronas podrían imaginar que organizamos un babyshower para una amiga y que los pañales son parte de los juegos. Difícilmente imaginaran que tú los usas. Deja tu egocentrismo y ve por los pañales cuando gustes, no te reprimas.
2.       Mírate al espejo: La primera vez que me vi al espejo en pañales, tiré a la basura el paquete recién comprado. La razón fue muy sencilla: VERGÜENZA. En mi cabeza rondaron frases como “tan grande y con pañal”, “si tus amigos se enteraran que dirían?”, “me veo tonta”, “me veo fea”… Todos los anteriores no son más que prejuicios. Mírate al espejo, si siempre quisiste usar seguro te gustará lo que verás. Quizás al inicio no te dejen tus concepciones absurdas, heredadas por generaciones, pero algún día lo harás y podrás explorarte a solas y en pañal y descubrir que eso que te gusta, no te hace menos. Puedes probar también tomándote fotos y luego observándolas, te dará mucha confianza y reconocimiento sobre este lado muy tuyo.
3.       Sal a la calle: Volvemos a lo mismo: el terror de ser descubierta en algo que nadie se imagina. Aunque a las chicas nos suelen mirar la retaguardia, los chicos no tienen un escáner para detectar si llevamos pañal o no. Bien arreglada, pasarás desapercibida. La única razón por la cual salimos a la calle usando pañal es porque nos gusta y no es con la intención de pasar vergüenzas, al contrario, llevará tu adrenalina a un nivel donde te sentirás segura de poderte mojar sin que nadie lo note y al mismo tiempo sabiendo que no estas escondida en tu recámara, lo cual le da una emoción extra.
4.       Y si se nota… ¿Qué?: Si un día de esos que andas en la calle por simple exhibicionismo o por error, sientes o estas segura de que alguien notó tu pañal… ¿Qué? Dudo que esa persona comience a gritar en plena calle “lleva pañal! Lleva pañal” o que se acerque a decirte algo. Disfruta el ser descubierta por un desconocido, como una travesura y si no logras disfrutarlo…. Ten más cuidado a la próxima.
5.       Surfea en la WEB: Digo surfear porque para una chica puede ser muy difícil toparse con ciertos contenidos y con ciertos personajes un tanto subidos de tono. Aprovecha lo bueno, desecha lo malo. Revisa los contenidos de las webs con la profundidad que tú desees y chatea con aquellos que te respeten y tengan algo bueno que aportar. Lo malo olvídalo, bloquéalo o cualquier otra medida que se requiera para que estés cómoda y saques provecho de esta herramienta.
6.       Los videos AB/DL no son sólo para chicos: Si eres lesbiana, seguro tendrás mucho material para revisar, sino igual hay algunos videos que incluyen chicos en papel de “daddys” o en algún rol AB/DL, lo cual sería interesante. No te cierres a alguna vez ver un video de solo chicas, podrías entender un poco tu sexualidad y tu sensualidad en este tema. En algún momento de mi vida, esto me ayudó mucho. Igual que en la vida sexual convencional, no siempre se requiere de videos eróticos para aumentar el lívido, pero en ciertos momentos si pueden ser un plus. Tómalo como te convenga.
7.       Tócate: Aún es un tabú lo de la masturbación femenina, increíble no? Todo mundo habla  muy abiertamente sobre la masturbación en los hombres, pero de las mujeres se niega todo. Otra estúpida herencia social! Las chicas si nos masturbamos y si eres AB/DL, sobre todo DL lo encontrarás muy placentero el hacerlo en pañales. Debes descubrir de qué forma te resulta más placentero y si requieres alguna indumentaria.
8.       Masajeadores, fieles amigos en la soltería: Si! Si! Y Si! No solo es algo de “cuentos sexuales” más de una hemos usado un masajeador de esos que siempre tienen las mamás en casa, para darnos placer. Es un objeto para liberar tensiones, nadie aclaró de qué forma... así que no te sientas mal si lo usas… ponlo sobre tu pañal y prepárate para conocer todas las deliciosas razones por las cuales eres AB/DL.
9.       Cuéntale a alguien tu secreto: A diferencia de lo que pensamos, contar nuestro secreto no es tan malo. Pero al igual que con cualquier secreto, debes saber en quien confiar. Puede ser un amigo o tu pareja, anímate a hacerlo. No seas tan específica ni tan gráfica y seguro obtendrás resultados favorables.
10.   Conoce a alguien como tú: No es algo que se logra de la noche a la mañana y se debe tener mucho cuidado. Pero es muy posible que andando por la web conozcas gente como tú y alguien sea de tu ciudad. Si demuestra merecer tu confianza y ser alguien centrado no te cierres a la posibilidad. Si lo haces, sólo te digo algo por experiencia propia: compartir algo tan íntimo nos hace pender de una delgada línea de confianza. Debes elegir si deseas tener por siempre una amistad con tu mismo gusto, cuidarla y no abusar de la confianza o cruzar esa delgada línea y que tiempo más tarde sólo tengas otro “ex” en tu colección. Cuidado!
11.   Compártelo en pareja: Si tu pareja no es AB/DL y no sabe nada de este rollo y si realmente lo quieres es tiempo de hablar. No debes esperar más. Él no se lo merece ni tú tampoco el estar a la expectativa. Nuevamente, al igual que en el punto N°9 dilo sutilmente y seguro obtendrás resultados positivos. Si así no fuese, piensa bien lo que harás con tu relación, está dispuesto a quererte con todo y todo o unos simples pañales son para esa persona motivo o excusa suficiente para perderte…? De verdad es importante saberlo!
12.   Si te ensucias… te limpias: Mi último punto va relacionado con mi reflexión inicial. Creemos que si nos hacemos encima, somos menos capaces, menos dignas y poco atractivas. Creencia innecesaria y estúpida! Seguimos siendo igual de guapas al usar nuestros pañales. A muchos chicos le encantan las mujeres en bikini peleando en lodo, o en chocolate… El sudor por naturaleza despierta pasiones entre seres humanos, saca nuestro lado animal, donde las hormonas segregadas en nuestros fluidos corporales ponen en alerta para lograr el contacto sexual. No pasa nada, si te ensucias, te limpias. Deja a un lado esos prejuicios y reconoce lo mucho que te gusta usar pañales.
Espero y te animes a vivir, a explorar, a disfrutar. Si eres chico, podrás sentirte un tanto identificado, pues a la final todos los AB/DL experimentamos los mismos temores y tenemos  similares fantasías.
Una vez más gracias por leerme y espero tu comentario, si así brota de ti.

Saludos!



martes, 19 de noviembre de 2013

Mi primera vez: con pañal en la calle

Tenía 18 años.  Había andado leyendo múltiples relatos y experiencias en las páginas web con contenido AB/DL, de aquellos que había osado salir a la calle con sus pañales.
Para mi edad me parecía muy arriesgado. Una chica de 18 años con anchas caderas y cintura estrecha levantaría sospechas si adicionaba a su silueta un abultado pañal desechable. De cualquier forma, cuando tienes 18 y tu cuerpo es de una mujer más madura, casi siempre los caballeros llevan su mirada a tu trasero. Viviendo en una tierra caliente, con hombres expertos en decir piropos “XXX” y mirones por naturaleza, era toda una audacia salir con un bultito en la retaguardia.
Así que lo pensé por varios días, hasta que un día mi nivel de travesura estaba en su mayor nivel. Tenía un paquete de pañales nuevo, probablemente de los primeros que compré en mi vida ABDL, eran blancos de cubierta de plástico de esos que al andar hacen un ruidito muy característico. Analicé la ropa: Primero una falda de jeans ajustada, la cual fue descartada porque era muy corta y temía mostrar más de lo debido.  Luego, un jeans ajustado que sentía me apretaba mucho en la entrepierna y me lastimaba al andar. Por último un probé con un pantalón de yoga. Si, de esos de tela delgada y elástica, con el cual me sentía muy cómoda al andar pues era como no llevar nada. Siendo negro, pensé que no levantaría sospecha.

Antes de salir de mi habitación me miré en el espejo para asegurarme de que todo estuviese bien, me coloqué un top ajustado azul cielo y salí con mi bolsa, dispuesta a ir a un Centro Comercial cercano de mi casa (a unos 2 km aproximadamente) para comprar unos CD’s en blanco que requería para una exposición de la universidad. Caminé lo más rápidamente por la calle de mi casa, hasta salir a la avenida donde me sentí más confiada ya que podría encontrarme con menos personas y mezclarme entre transeúntes.
Para acortar camino me fui por una vereda entre casas y condominios. Allí no pasaba mucha gente pues era una zona residencial de alto estatus social y como saben, los ricos entran y salen de sus casas en sus coches y no se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor. Terminando la vereda saldría a otra avenida más transitada y ya luego a dos calles estaría el Centro Comercial. Justo cuando terminaba la vereda, en la esquina había unas personas en la entrada de un condominio lujoso hablando con alguien que estaba en su coche. Tendría que pasar en medio de ellos y sentí miedo. Apresuré el paso y pedí permiso con mi cara agachada y pasé lo más rápido posible entre ellos.
Justo cuando pasé sentí un murmullo y alguien que exclamó: ¡Mírala! De reojo pude ver que en el grupito de personas había dos chicos y uno le daba un codazo al otro para que me mirara. Sentí que me desmayaba de la vergüenza, sólo pude tocar mi espalda baja y sentí como el plástico de la cintura de mi pañal asomaba por encima del pantalón. Crucé la calle rápidamente y volví a mirar a los chicos y estaban alucinando con lo que habían visto. Seguían mirándome fijamente con la boca abierta y claramente leí en los labios la palabra “pañal” y algo así como preguntándose porque usaría uno una chica como yo.
Me acomodé rápidamente la cintura del pantalón guardando el pañal en él, sintiendo como sudaba mi espalda y apretaba cada vez más el paso. Por fin llegué al Centro Comercial, entré a la papelería tomé los  CD’s y corrí a pagar para irme. Doblé en la esquina y un semáforo detuvo mi acelerado paso. Allí analicé lo que había pasado y debo reconocerlo…. Me sentí traviesa. Así que sencillamente ahí, esperando la luz verde, mojé mi pañal.


Regresé a mi casa por una vía alterna, con mi pañal mojado. En el camino sentí que todas las miradas estaban sobre mí, quizás había quedado paranoica por lo sucedido o realmente se notaba mi abultado trasero. De cualquier forma, llegué a casa y frente al espejo analicé el “daño”, dándome cuenta que fatídicamente la tela negra elástica al ser estirada se transparentaba mostrando la blancura de mi pañal.  

Respiré profundamente y decidí no volver a salir así por un tiempo. Aunque luego volví a hacerlo e incluso hice cosas más arriesgadas (que contaré más adelante), la primera vez no se olvida y la guardo como una anécdota graciosa donde el desconocimiento me llevó a salir de mi casa con un atuendo revelador y un abultado pañal que quedó a la vista de algunos espectadores.