Bebita AB/DL
Anécdotas, experiencias y reflexiones de una AB/DL latina.
lunes, 5 de mayo de 2014
lunes, 3 de marzo de 2014
Pañales Nocturnos.
Hace mucho que no escribía. He decidido seguir contando como
he vivido esto de ser ABDL a lo largo de mi vida. Hoy les voy a contar sobre
como viví el ser ABDL durante mis 19 a 20 años y como me descubrí a mí misma y
mis gusto particulares. Espero les guste.
Ya saben que comencé a usar pañales a los 17 años. Los usé
muy ocasionalmente entre los 17 y los 19, aún no entendía muy bien que me
gustaba, seguía sintiendo vergüenza y mucho temor a ser descubierta.
A mis 19 años comencé a trabajar. Encontré rápidamente un
trabajo en ventas en una empresa de telecomunicaciones. Era la novata de la
oficina y aún no sabía muy bien para que trabajaba, pero le ponía mucho empeño,
pues creía que podría cambiar el mundo y siempre me he caracterizado por ser
muy emprendedora.
La oficina era pequeña y fea. Mi jefe era como ver a un sapo
viejo y desagradable. Mis compañeros de trabajo: dos chicas lesbianas que me
odiaban, un chico bonachón y agradable, una señora trabajadora y una chica de
personalidad un tanto alocada.
Me aburría un poco en la oficina y comencé a llevar pañales
bajo mi ropa… así disfrutaba más las 8 horas de trabajo, y nadie lo notaba pues
éramos pocos y cada quien sentado en su sitio.
Pasadas las primeras semanas, el trabajo se fue haciendo
cada vez más lleno de presión. Me tocaba visitar clientes y cerrar negocios y
carecía de la astucia y experiencia para ello. Un día mi jefe me reclamó que no
me vestía exuberante para ir a cerrar los contratos y que eso era necesario
pues les gustaba a los clientes. Me habló muy feo y sentí mucha presión y
también que era simplemente una especie de señuelo. Aun así ese día laboré
completa la jornada y decidí irme a casa pensando que debía dejar a un mes de
haber comenzado mi primer trabajo.
Me sentí fracasada, aterrorizada de renunciar por primera
vez, usada y desvalorizada, manejando mucho stress esa noche. Me acosté en mi
cama, usando uno de mis acostumbrados camisones de flores cortitos y un calzón
muy lindo que había comprado en una tienda de marca.
Me costó dormirme un rato, pensando en lo que había pasado y
que al día siguiente debía hacer. Había llorado un poco, me había desahogado
por teléfono con el que era mi novio y había tomado la firme decisión de
concluir esa relación laboral.
Ya entrada en sueños, comencé a ver a mi jefe, gritándome,
humillándome y acorralándome contra un muro, yo me iba haciendo más pequeña,
las rodillas se me doblaban y sentía un terror que invadía mi cuerpo. Comencé a
sentir nauseas, luego mi piel se erizó y empecé a sentir una presión abdominal.
Batallaba en sueños para librarme de él, pero era más grande y me envolvía con
su presencia.
La presión abdominal fue más fuerte, me dejé vencer y en
sueños y frente a mi jefe, doblé las rodillas y comencé a dejar salir toda la
carga que sentía… liberé mi esfínter y de repente todo desapareció de mis
sueños.
Me desperté sobresaltada, pensando que aquello había sido un
mal sueño, pero en cambio, sentí un olor penetrante que salía de mis sábanas…
realmente me había hecho popó. Me costó un poco salir de la cama, pero armada
de valor lo hice y me dirigí al baño. Sentí como entre mis piernas había un
bulto pesado y sentí ganas de llorar… Me bajé los calzones y pude comprobar lo
que había pasado. No podía creer que a mis 19 años cuando creía que estaba
empezando mi exitosa vida laboral dañara mis panties que había comprado para
ser mujer con mi novio y que eran tan hermosas y sensuales.
Lloré y metí mis calzones en una bolsa y los tiré a la
basura. Me duché entera y traté de dormir, pero seguía sintiendo mucho miedo.
Busqué un pañal que tenía guardado y lo usé para dormir el tiempo que restó. Amaneció
seco y simplemente lo mojé al despertar y me lo quité.
Fui esa mañana al trabajo y renuncié. Volví a casa triste y decepcionada
a buscar empleo nuevamente. Pero ese día no tenía ánimo de mirar los buscadores
de empleo. Preferí usar pañales el resto de la tarde y tratar de animarme a mí
misma. Le conté a mis amigos ABDL lo que me había pasado y me reconfortaron y
con un toque de picardía me recomendaron que mejor usara pañales cada noche. La
idea no me desagradó. La verdad necesitaba más que nunca la sensación de
sentirme protegida por mis pañales.
Así fue como cada noche comencé a usar pañales para dormir.
Por la noche me acostaba en mi cama, me ponía mi pañal, mi talco y usaba mi
chupete con una linda y juvenil pijama. Me despertaba siempre en la madrugada,
mojaba el pañal y seguía durmiendo hasta la mañana. Comencé a pensar en lo que
me había pasado la otra noche y como un pañal me hubiese salvado de sentirme
tan humillada y derrotada por haber ensuciado mi ropa. Pero eso solo era un
pensamiento.
Un día estando sola en casa, acababa de despertarme y viendo
que no había nadie en casa pensé…”¿porque no cambiarme y ponerme otro pañal y
pasar el día así?” y entonces preparé mi cama con toallitas talco y pañal nuevo
y abrí el closet para que el espejo que había dentro me mostrara lo que estaba
haciendo.
Recordé que cuando era adolescente y comencé a experimentar
de los “placeres solitarios” el hacerlo frente a un espejo, me dio seguridad y
aceptación, por lo cual decidí hacer lo mismo con los pañales. Entonces, ahí en
mi cama me miré en el espejo a los ojos y luego recorrí mi cuerpo viendo que
efectivamente era una chica que mostraba bajo su ropa un pañal húmedo que
impregnaba de un olor a talco y pis toda mi cama.
Comencé a desvestirme y me volví a mirar… desabroché el
pañal, miré su contenido y suavemente me limpié con una toallita húmeda. Retiré
el pañal mojado saqué uno nuevo me puse sobre él, apliqué talco y lo cerré. Quedé
por un rato mirándome en el espejo, desnuda usando solo un pañal. Ese día marcó
quizás el tomar la decisión de aceptarme, reconocerme y no querer cambiar lo
que era. Después de allí más nunca dejé los pañales, no volví a sentir ese
deseo de olvidar algo que siempre había sido parte de mí.
Me dispuse a desayunar en pañales, a hacer mis tareas de la
universidad y de repente sentí deseos de ir al baño a hacer del dos. Corrí al
baño decidida a quitarme el pañal y hacer como de costumbre cuando pensé que el
pañal había sido creado para ambas cosas y que si ya me había pasado en la ropa
interior en un pañal debía ser menos difícil.
Fui hasta mi cuarto y me encerré. Di vueltas pensando que
hacer, si era bueno malo, reprochándome a mí misma mi pensamiento, hasta que la
sensación de usar el baño fue más fuerte y simplemente… lo dejé salir.
Me quede inmóvil por un instante. Luego separé mis piernas,
me agaché y tapándome la cara comencé a llorar. Sentí que estaba muy mal lo que
había hecho, sentí vergüenza al pensar en que dirían mi novio o mis compañeros
de la universidad si supieran que había sido capaz de eso. Tenía miedo de
indagar en el estado de mi pañal y más aún le temía a tenerme que limpiar. Me
sentía abandonada por mí misma, solitaria con un pañal sucio que a diferencia
del de un bebé, nadie iba a cambiar.
Busqué mi chupón me lo puse y me comencé a calmar a la vez
que lo succionaba… así me relajé e hice lo impensable… me deje caer en el piso
y me volví a mirar en el espejo. Al mirar mis ojos supe que lo que había hecho
estaba mal “socialmente” pero que a mí me había gustado. Que, aunque fuera
difícil de aceptar yo había decidido hacerlo y liberada de los prejuicios
sociales, me sentía a gusto.
Pacientemente me dirigí al baño, me quité el pañal, limpié
lo que pude, me duché me vestí como de costumbre para ir a la universidad, tomé
mis libros y me fui. Ya en el salón de clases recordé lo que había pasado esa
mañana, me sonrojé y luego me reí para mí misma. Nadie a mí alrededor sabía ni
se habría imaginado lo que había pasado esa mañana, eso me gustó.
lunes, 13 de enero de 2014
lunes, 9 de diciembre de 2013
Todo lo que una chica AB/DL debe atreverse a vivir y que yo hice.
Muchas veces atadas a los prejuicios tradicionales las
chicas nos cohibimos de vivir muchas cosas que nos permitirían ser más seguras
de sí mismas y conocernos. No solo en el
plano AB/DL, en cualquier aspecto de nuestra vida vivimos acosadas por aquello
que queremos hacer pero que “no deberíamos” pues nos haría quedar mal ante la
sociedad.
Y es que a pesar de la lucha “setentera” por una “liberación
femenina” cuyo concepto aún no entendemos y usamos a conveniencia, aún seguimos
atrapadas en un “qué dirán”, en “ser lo que debo ser” “lo que esperan de mi” “lo
que a un chico le puede gustar”, etc.
Es por eso que específicamente en América Latina existimos
tan pocas mujeres AB/DL que lo manifiesten y vivan felices con ello. Tenemos la
concepción de “ser limpias” y mojar o ensuciar un pañal va en contra de este
principio. Curiosamente muchas de las adeptas a esa concepción de “ser limpias”
sólo lo usan como fachada y su comportamiento a espaldas de la sociedad deja
mucho que desear, así como su higiene personal.
Consciente de esto, me animo a confesar como mujer poco
prejuiciosa, lo mucho que he disfrutado en mi vida, específicamente en lo AB/DL.
También en otros aspectos he sido muy abierta y no me arrepiento, pero eso es
harina de otro costal. Si eres chica
AB/DL y lees esto, saca tus propias conclusiones y si algo quieres
experimentar, ATRÉVETE!!!
1.
Ve de compras: Un terror que nos invade a todos
los AB/DL en algún momento, es ir a comprar pañales. Nos imaginamos una novela
tenebrosa en nuestra mente, donde todos a nuestro alrededor cuidan y vigilan
nuestros pasos y al igual que nosotros se hacen una novela mental sobre porque
una chica de más de 16 años (aprox.) compraría pañales. Esto es un delirio de
grandeza! Chicas: no seamos tan creídas. No todo gira a nuestro alrededor, la
gente camina rápido por la calle, no se fija de quien tiene al lado en un vagón
de metro y mucho menos gasta su energía tratando de descifrar que hace una
chica con un paquete de pañales. Seguramente (si es que se detienen a pensar en
nosotras) imaginarán que somos muy buenas nietas o que hacemos obras de
caridad. Gastando muchas neuronas podrían imaginar que organizamos un
babyshower para una amiga y que los pañales son parte de los juegos. Difícilmente
imaginaran que tú los usas. Deja tu egocentrismo y ve por los pañales cuando
gustes, no te reprimas.
2.
Mírate al espejo: La primera vez que me vi al
espejo en pañales, tiré a la basura el paquete recién comprado. La razón fue
muy sencilla: VERGÜENZA. En mi cabeza rondaron frases como “tan grande y con
pañal”, “si tus amigos se enteraran que dirían?”, “me veo tonta”, “me veo fea”…
Todos los anteriores no son más que prejuicios. Mírate al espejo, si siempre
quisiste usar seguro te gustará lo que verás. Quizás al inicio no te dejen tus
concepciones absurdas, heredadas por generaciones, pero algún día lo harás y
podrás explorarte a solas y en pañal y descubrir que eso que te gusta, no te
hace menos. Puedes probar también tomándote fotos y luego observándolas, te
dará mucha confianza y reconocimiento sobre este lado muy tuyo.
3.
Sal a la calle: Volvemos a lo mismo: el terror
de ser descubierta en algo que nadie se imagina. Aunque a las chicas nos suelen
mirar la retaguardia, los chicos no tienen un escáner para detectar si llevamos
pañal o no. Bien arreglada, pasarás desapercibida. La única razón por la cual
salimos a la calle usando pañal es porque nos gusta y no es con la intención de
pasar vergüenzas, al contrario, llevará tu adrenalina a un nivel donde te
sentirás segura de poderte mojar sin que nadie lo note y al mismo tiempo
sabiendo que no estas escondida en tu recámara, lo cual le da una emoción
extra.
4.
Y si se nota… ¿Qué?: Si un día de esos que andas
en la calle por simple exhibicionismo o por error, sientes o estas segura de
que alguien notó tu pañal… ¿Qué? Dudo que esa persona comience a gritar en
plena calle “lleva pañal! Lleva pañal” o que se acerque a decirte algo.
Disfruta el ser descubierta por un desconocido, como una travesura y si no
logras disfrutarlo…. Ten más cuidado a la próxima.
5.
Surfea en la WEB: Digo surfear porque para una
chica puede ser muy difícil toparse con ciertos contenidos y con ciertos
personajes un tanto subidos de tono. Aprovecha lo bueno, desecha lo malo.
Revisa los contenidos de las webs con la profundidad que tú desees y chatea con
aquellos que te respeten y tengan algo bueno que aportar. Lo malo olvídalo,
bloquéalo o cualquier otra medida que se requiera para que estés cómoda y
saques provecho de esta herramienta.
6.
Los videos AB/DL no son sólo para chicos: Si
eres lesbiana, seguro tendrás mucho material para revisar, sino igual hay
algunos videos que incluyen chicos en papel de “daddys” o en algún rol AB/DL,
lo cual sería interesante. No te cierres a alguna vez ver un video de solo
chicas, podrías entender un poco tu sexualidad y tu sensualidad en este tema.
En algún momento de mi vida, esto me ayudó mucho. Igual que en la vida sexual
convencional, no siempre se requiere de videos eróticos para aumentar el lívido,
pero en ciertos momentos si pueden ser un plus. Tómalo como te convenga.
7.
Tócate: Aún es un tabú lo de la masturbación
femenina, increíble no? Todo mundo habla
muy abiertamente sobre la masturbación en los hombres, pero de las
mujeres se niega todo. Otra estúpida herencia social! Las chicas si nos
masturbamos y si eres AB/DL, sobre todo DL lo encontrarás muy placentero el
hacerlo en pañales. Debes descubrir de qué forma te resulta más placentero y si
requieres alguna indumentaria.
8.
Masajeadores, fieles amigos en la soltería: Si!
Si! Y Si! No solo es algo de “cuentos sexuales” más de una hemos usado un
masajeador de esos que siempre tienen las mamás en casa, para darnos placer. Es
un objeto para liberar tensiones, nadie aclaró de qué forma... así que no te
sientas mal si lo usas… ponlo sobre tu pañal y prepárate para conocer todas las
deliciosas razones por las cuales eres AB/DL.
9.
Cuéntale a alguien tu secreto: A diferencia de
lo que pensamos, contar nuestro secreto no es tan malo. Pero al igual que con
cualquier secreto, debes saber en quien confiar. Puede ser un amigo o tu
pareja, anímate a hacerlo. No seas tan específica ni tan gráfica y seguro
obtendrás resultados favorables.
10.
Conoce a alguien como tú: No es algo que se
logra de la noche a la mañana y se debe tener mucho cuidado. Pero es muy
posible que andando por la web conozcas gente como tú y alguien sea de tu
ciudad. Si demuestra merecer tu confianza y ser alguien centrado no te cierres
a la posibilidad. Si lo haces, sólo te digo algo por experiencia propia: compartir
algo tan íntimo nos hace pender de una delgada línea de confianza. Debes elegir
si deseas tener por siempre una amistad con tu mismo gusto, cuidarla y no
abusar de la confianza o cruzar esa delgada línea y que tiempo más tarde sólo
tengas otro “ex” en tu colección. Cuidado!
11.
Compártelo en pareja: Si tu pareja no es AB/DL y
no sabe nada de este rollo y si realmente lo quieres es tiempo de hablar. No
debes esperar más. Él no se lo merece ni tú tampoco el estar a la expectativa.
Nuevamente, al igual que en el punto N°9 dilo sutilmente y seguro obtendrás
resultados positivos. Si así no fuese, piensa bien lo que harás con tu
relación, está dispuesto a quererte con todo y todo o unos simples pañales son
para esa persona motivo o excusa suficiente para perderte…? De verdad es
importante saberlo!
12.
Si te ensucias… te limpias: Mi último punto va
relacionado con mi reflexión inicial. Creemos que si nos hacemos encima, somos
menos capaces, menos dignas y poco atractivas. Creencia innecesaria y estúpida!
Seguimos siendo igual de guapas al usar nuestros pañales. A muchos chicos le
encantan las mujeres en bikini peleando en lodo, o en chocolate… El sudor por
naturaleza despierta pasiones entre seres humanos, saca nuestro lado animal,
donde las hormonas segregadas en nuestros fluidos corporales ponen en alerta
para lograr el contacto sexual. No pasa nada, si te ensucias, te limpias. Deja
a un lado esos prejuicios y reconoce lo mucho que te gusta usar pañales.
Espero y te animes a vivir, a explorar, a disfrutar. Si eres
chico, podrás sentirte un tanto identificado, pues a la final todos los AB/DL
experimentamos los mismos temores y tenemos
similares fantasías.
Una vez más gracias por leerme y espero tu comentario, si
así brota de ti.
Saludos!
jueves, 28 de noviembre de 2013
martes, 19 de noviembre de 2013
Mi primera vez: con pañal en la calle
Tenía 18 años. Había
andado leyendo múltiples relatos y experiencias en las páginas web con
contenido AB/DL, de aquellos que había osado salir a la calle con sus pañales.
Para mi edad me parecía muy arriesgado. Una chica de 18 años
con anchas caderas y cintura estrecha levantaría sospechas si adicionaba a su
silueta un abultado pañal desechable. De cualquier forma, cuando tienes 18 y tu
cuerpo es de una mujer más madura, casi siempre los caballeros llevan su mirada
a tu trasero. Viviendo en una tierra caliente, con hombres expertos en decir
piropos “XXX” y mirones por naturaleza, era toda una audacia salir con un
bultito en la retaguardia.
Así que lo pensé por varios días, hasta que un día mi nivel
de travesura estaba en su mayor nivel. Tenía un paquete de pañales nuevo,
probablemente de los primeros que compré en mi vida ABDL, eran blancos de
cubierta de plástico de esos que al andar hacen un ruidito muy característico.
Analicé la ropa: Primero una falda de jeans ajustada, la cual fue descartada
porque era muy corta y temía mostrar más de lo debido. Luego, un jeans ajustado que sentía me
apretaba mucho en la entrepierna y me lastimaba al andar. Por último un probé
con un pantalón de yoga. Si, de esos de tela delgada y elástica, con el cual me
sentía muy cómoda al andar pues era como no llevar nada. Siendo negro, pensé
que no levantaría sospecha.
Antes de salir de mi habitación me miré en el espejo para
asegurarme de que todo estuviese bien, me coloqué un top ajustado azul cielo y
salí con mi bolsa, dispuesta a ir a un Centro Comercial cercano de mi casa (a
unos 2 km aproximadamente) para comprar unos CD’s en blanco que requería para
una exposición de la universidad. Caminé lo más rápidamente por la calle de mi
casa, hasta salir a la avenida donde me sentí más confiada ya que podría
encontrarme con menos personas y mezclarme entre transeúntes.
Para acortar camino me fui por una vereda entre casas y
condominios. Allí no pasaba mucha gente pues era una zona residencial de alto
estatus social y como saben, los ricos entran y salen de sus casas en sus
coches y no se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor. Terminando la vereda
saldría a otra avenida más transitada y ya luego a dos calles estaría el Centro
Comercial. Justo cuando terminaba la vereda, en la esquina había unas personas
en la entrada de un condominio lujoso hablando con alguien que estaba en su
coche. Tendría que pasar en medio de ellos y sentí miedo. Apresuré el paso y
pedí permiso con mi cara agachada y pasé lo más rápido posible entre ellos.
Justo cuando pasé sentí un murmullo y alguien que exclamó: ¡Mírala!
De reojo pude ver que en el grupito de personas había dos chicos y uno le daba
un codazo al otro para que me mirara. Sentí que me desmayaba de la vergüenza,
sólo pude tocar mi espalda baja y sentí como el plástico de la cintura de mi pañal
asomaba por encima del pantalón. Crucé la calle rápidamente y volví a mirar a
los chicos y estaban alucinando con lo que habían visto. Seguían mirándome fijamente
con la boca abierta y claramente leí en los labios la palabra “pañal” y algo
así como preguntándose porque usaría uno una chica como yo.
Me acomodé rápidamente la cintura del pantalón guardando el
pañal en él, sintiendo como sudaba mi espalda y apretaba cada vez más el paso.
Por fin llegué al Centro Comercial, entré a la papelería tomé los CD’s y corrí a pagar para irme. Doblé en la
esquina y un semáforo detuvo mi acelerado paso. Allí analicé lo que había
pasado y debo reconocerlo…. Me sentí traviesa. Así que sencillamente ahí, esperando
la luz verde, mojé mi pañal.
Regresé a mi casa por una vía alterna, con mi pañal mojado.
En el camino sentí que todas las miradas estaban sobre mí, quizás había quedado
paranoica por lo sucedido o realmente se notaba mi abultado trasero. De cualquier
forma, llegué a casa y frente al espejo analicé el “daño”, dándome cuenta que
fatídicamente la tela negra elástica al ser estirada se transparentaba
mostrando la blancura de mi pañal.
Respiré profundamente y decidí no volver a salir así por un
tiempo. Aunque luego volví a hacerlo e incluso hice cosas más arriesgadas (que
contaré más adelante), la primera vez no se olvida y la guardo como una
anécdota graciosa donde el desconocimiento me llevó a salir de mi casa con un
atuendo revelador y un abultado pañal que quedó a la vista de algunos espectadores.
sábado, 16 de noviembre de 2013
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