Hace mucho que no escribía. He decidido seguir contando como
he vivido esto de ser ABDL a lo largo de mi vida. Hoy les voy a contar sobre
como viví el ser ABDL durante mis 19 a 20 años y como me descubrí a mí misma y
mis gusto particulares. Espero les guste.
Ya saben que comencé a usar pañales a los 17 años. Los usé
muy ocasionalmente entre los 17 y los 19, aún no entendía muy bien que me
gustaba, seguía sintiendo vergüenza y mucho temor a ser descubierta.
A mis 19 años comencé a trabajar. Encontré rápidamente un
trabajo en ventas en una empresa de telecomunicaciones. Era la novata de la
oficina y aún no sabía muy bien para que trabajaba, pero le ponía mucho empeño,
pues creía que podría cambiar el mundo y siempre me he caracterizado por ser
muy emprendedora.
La oficina era pequeña y fea. Mi jefe era como ver a un sapo
viejo y desagradable. Mis compañeros de trabajo: dos chicas lesbianas que me
odiaban, un chico bonachón y agradable, una señora trabajadora y una chica de
personalidad un tanto alocada.
Me aburría un poco en la oficina y comencé a llevar pañales
bajo mi ropa… así disfrutaba más las 8 horas de trabajo, y nadie lo notaba pues
éramos pocos y cada quien sentado en su sitio.
Pasadas las primeras semanas, el trabajo se fue haciendo
cada vez más lleno de presión. Me tocaba visitar clientes y cerrar negocios y
carecía de la astucia y experiencia para ello. Un día mi jefe me reclamó que no
me vestía exuberante para ir a cerrar los contratos y que eso era necesario
pues les gustaba a los clientes. Me habló muy feo y sentí mucha presión y
también que era simplemente una especie de señuelo. Aun así ese día laboré
completa la jornada y decidí irme a casa pensando que debía dejar a un mes de
haber comenzado mi primer trabajo.
Me sentí fracasada, aterrorizada de renunciar por primera
vez, usada y desvalorizada, manejando mucho stress esa noche. Me acosté en mi
cama, usando uno de mis acostumbrados camisones de flores cortitos y un calzón
muy lindo que había comprado en una tienda de marca.
Me costó dormirme un rato, pensando en lo que había pasado y
que al día siguiente debía hacer. Había llorado un poco, me había desahogado
por teléfono con el que era mi novio y había tomado la firme decisión de
concluir esa relación laboral.
Ya entrada en sueños, comencé a ver a mi jefe, gritándome,
humillándome y acorralándome contra un muro, yo me iba haciendo más pequeña,
las rodillas se me doblaban y sentía un terror que invadía mi cuerpo. Comencé a
sentir nauseas, luego mi piel se erizó y empecé a sentir una presión abdominal.
Batallaba en sueños para librarme de él, pero era más grande y me envolvía con
su presencia.
La presión abdominal fue más fuerte, me dejé vencer y en
sueños y frente a mi jefe, doblé las rodillas y comencé a dejar salir toda la
carga que sentía… liberé mi esfínter y de repente todo desapareció de mis
sueños.
Me desperté sobresaltada, pensando que aquello había sido un
mal sueño, pero en cambio, sentí un olor penetrante que salía de mis sábanas…
realmente me había hecho popó. Me costó un poco salir de la cama, pero armada
de valor lo hice y me dirigí al baño. Sentí como entre mis piernas había un
bulto pesado y sentí ganas de llorar… Me bajé los calzones y pude comprobar lo
que había pasado. No podía creer que a mis 19 años cuando creía que estaba
empezando mi exitosa vida laboral dañara mis panties que había comprado para
ser mujer con mi novio y que eran tan hermosas y sensuales.
Lloré y metí mis calzones en una bolsa y los tiré a la
basura. Me duché entera y traté de dormir, pero seguía sintiendo mucho miedo.
Busqué un pañal que tenía guardado y lo usé para dormir el tiempo que restó. Amaneció
seco y simplemente lo mojé al despertar y me lo quité.
Fui esa mañana al trabajo y renuncié. Volví a casa triste y decepcionada
a buscar empleo nuevamente. Pero ese día no tenía ánimo de mirar los buscadores
de empleo. Preferí usar pañales el resto de la tarde y tratar de animarme a mí
misma. Le conté a mis amigos ABDL lo que me había pasado y me reconfortaron y
con un toque de picardía me recomendaron que mejor usara pañales cada noche. La
idea no me desagradó. La verdad necesitaba más que nunca la sensación de
sentirme protegida por mis pañales.
Así fue como cada noche comencé a usar pañales para dormir.
Por la noche me acostaba en mi cama, me ponía mi pañal, mi talco y usaba mi
chupete con una linda y juvenil pijama. Me despertaba siempre en la madrugada,
mojaba el pañal y seguía durmiendo hasta la mañana. Comencé a pensar en lo que
me había pasado la otra noche y como un pañal me hubiese salvado de sentirme
tan humillada y derrotada por haber ensuciado mi ropa. Pero eso solo era un
pensamiento.
Un día estando sola en casa, acababa de despertarme y viendo
que no había nadie en casa pensé…”¿porque no cambiarme y ponerme otro pañal y
pasar el día así?” y entonces preparé mi cama con toallitas talco y pañal nuevo
y abrí el closet para que el espejo que había dentro me mostrara lo que estaba
haciendo.
Recordé que cuando era adolescente y comencé a experimentar
de los “placeres solitarios” el hacerlo frente a un espejo, me dio seguridad y
aceptación, por lo cual decidí hacer lo mismo con los pañales. Entonces, ahí en
mi cama me miré en el espejo a los ojos y luego recorrí mi cuerpo viendo que
efectivamente era una chica que mostraba bajo su ropa un pañal húmedo que
impregnaba de un olor a talco y pis toda mi cama.
Comencé a desvestirme y me volví a mirar… desabroché el
pañal, miré su contenido y suavemente me limpié con una toallita húmeda. Retiré
el pañal mojado saqué uno nuevo me puse sobre él, apliqué talco y lo cerré. Quedé
por un rato mirándome en el espejo, desnuda usando solo un pañal. Ese día marcó
quizás el tomar la decisión de aceptarme, reconocerme y no querer cambiar lo
que era. Después de allí más nunca dejé los pañales, no volví a sentir ese
deseo de olvidar algo que siempre había sido parte de mí.
Me dispuse a desayunar en pañales, a hacer mis tareas de la
universidad y de repente sentí deseos de ir al baño a hacer del dos. Corrí al
baño decidida a quitarme el pañal y hacer como de costumbre cuando pensé que el
pañal había sido creado para ambas cosas y que si ya me había pasado en la ropa
interior en un pañal debía ser menos difícil.
Fui hasta mi cuarto y me encerré. Di vueltas pensando que
hacer, si era bueno malo, reprochándome a mí misma mi pensamiento, hasta que la
sensación de usar el baño fue más fuerte y simplemente… lo dejé salir.
Me quede inmóvil por un instante. Luego separé mis piernas,
me agaché y tapándome la cara comencé a llorar. Sentí que estaba muy mal lo que
había hecho, sentí vergüenza al pensar en que dirían mi novio o mis compañeros
de la universidad si supieran que había sido capaz de eso. Tenía miedo de
indagar en el estado de mi pañal y más aún le temía a tenerme que limpiar. Me
sentía abandonada por mí misma, solitaria con un pañal sucio que a diferencia
del de un bebé, nadie iba a cambiar.
Busqué mi chupón me lo puse y me comencé a calmar a la vez
que lo succionaba… así me relajé e hice lo impensable… me deje caer en el piso
y me volví a mirar en el espejo. Al mirar mis ojos supe que lo que había hecho
estaba mal “socialmente” pero que a mí me había gustado. Que, aunque fuera
difícil de aceptar yo había decidido hacerlo y liberada de los prejuicios
sociales, me sentía a gusto.
Pacientemente me dirigí al baño, me quité el pañal, limpié
lo que pude, me duché me vestí como de costumbre para ir a la universidad, tomé
mis libros y me fui. Ya en el salón de clases recordé lo que había pasado esa
mañana, me sonrojé y luego me reí para mí misma. Nadie a mí alrededor sabía ni
se habría imaginado lo que había pasado esa mañana, eso me gustó.
Esta es un historia linda y conmovedora, claro no niego que mucho de lo que sucedio fueron momentos dificiles para ti pero al final saliste avante de la situacion y mejor aun fue una manera de entenderte y saber que lo que estabas haciendo, usar tus pañales para todo proposito, era y es algo que te hace sentir bien.
ResponderEliminarAunque si me permites agregar, siento mucho que no tengas quien te cambiara, no es trabajo de una bebita tener que cambiar su propio pañal... pero bueno es parte de este estilo de vida, no es asi?
Gracias por compartir tus anecdotas, bebita, espero la estes pasando bien y usando tu pañalito :3